Pan para hoy. También para mañana

Por una reconversión del sector en clave agroecológica.
Por la soberanía alimentaria de todos los territorios

Durante las últimas décadas las políticas públicas han estructurado un sector primario intensivo orientado a la exportación, dependiente de insumos y agrotóxicos que ha llevado al límite el clima, la biodiversidad, la fertilidad de los suelos y la salud de las personas.

Esta apuesta, sostenida durante mucho tiempo por parte de las instituciones, avanza a pequeños y muy tímidos bandazos hacia un modelo más sostenible. Aún así estas maniobras se quedan a años luz del necesario y urgente cambio hacia una transición eco social que aborde de frente todos los retos ambientales, climáticos y de supervivencia que tenemos por delante.

Es comprensible que quien lleva toda la vida haciendo ciertas cosas de una forma se cabree cuando las mismas instituciones que promovían unas prácticas muy concretas lanzan mensajes contradictorios. Buena parte de la agricultura ha asumido como real el espejismo donde en lugar de intentar entender la naturaleza y adaptarnos a ella, tenemos el poder de dominarla sin consecuencia ninguna.

Por suerte, quienes vivimos de cultivar alimentos y de los ciclos naturales, aún conservamos cierta intuición que nos dice que el medio que nos sostiene está cambiando rápidamente, incluso más rápido de lo que decían los científicos que algunos tachaban de alarmistas.

«Soy agricultor, tengo un tractor pequeño más viejo que yo. La mayoría de las tierras que trabajo me las han dejado para no verlas yermas, cultivo alimentos sin usar venenos y los vendo en los mercadillos de Teruel. Trabajo alrededor de una hectárea de hortalizas y legumbres y no he visto un “duro” de ayudas a jóvenes agricultores, ni de la PAC. Son ayudas pensadas desde la lógica de la extensión cultivada y no del trabajo que se genera, de la calidad de los alimentos, de acortar los circuitos de comercialización o de preservar la biodiversidad.»

«Aún así, entiendo el cabreo de mis compañeros del sector que sí cobran la PAC y trabajan decenas de hectáreas de cereal o de maíz. Tenemos problemas comunes como los tratados de libre comercio, que son nuestra penitencia, la poca rentabilidad de nuestra faena, el riesgo creciente ante un clima cada vez más extremo o ese run run que tacha de paletos a quienes tenemos uno de los oficios más necesarios. A la inmensa mayoría nos cuesta mucho llegar a fin de mes y no vivimos del trabajo de nadie.»

Hay un riesgo evidente de que el conflicto acabe beneficiando a los oportunistas y suponga una salida en falso al conflicto agrario, y no nos queda tiempo que perder. Es urgente una transición del sector, acompañar en la reconversión, cerrar puertas a los alimentos que vienen de lejos y garantizar rentas agrarias mínimas para quien asuma los límites del medio del que vivimos. Si es un sector básico y fundamental para la sociedad no puede ser una suma de emprendedores individuales con escasa rentabilidad y muchos riesgos. Las instituciones deben implementar políticas agroecológicas valientes y potenciar la coordinación, cooperación y solidaridad entre quienes agachamos el lomo.

Asumiendo como objetivo la soberanía alimentaria de todos los territorios y que no queremos consumir ni comprar alimentos cultivados lejos, es ilógico tener la inmensa mayoría de tierras cultivables dedicadas a alimentar cerdos para la exportación. En este sector las integradoras aprietan a quienes tienen por debajo, las grandes empresas se aprovechan de la explotación de personas principalmente migrantes, mientras que los purines envenenan nuestro futuro.

No se trata de elegir entre el presente y el futuro, se trata de tener pan para hoy pero también para mañana. Hay que quitarse la venda de los ojos y asumir que una vez que se sobrepasan los límites llega el tiempo de las consecuencias y tenemos que adaptarnos y prepararnos antes de que sea demasiado tarde.

Firma: Sección agraria de CNT Teruel

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