En este mes del orgullo, los departamentos de recursos humanos de muchas empresas colorean con el arcoiris sus logos corporativos, escriben emotivos discursos, y exponen a su plantilla no heterosexual en redes sociales. Así muestran al mundo que la empresa es responsable, y que quiere mucho a todas las personas de su equipo, sin importar su vida personal.
Sabemos que esto no es así, que las empresas no solamente actúan contra el bienestar sus trabajadores y trabajadoras cuando tienen oportunidad, sino que actúan en contra los intereses de las personas LGBT por ser clase obrera y por discriminación.
Hablemos de solidaridad y apoyo mutuo, algo que mira más allá de apropiarse del orgullo y los símbolos de otras luchas, para luego pasarse el resto del año ignorando o discriminando colectivos enteros.
Negarse a participar en el machismo
Negarse a participar en dinámicas misóginas y machistas es también negarse a formar parte del mismo patriarcado que persigue a las personas LGBT. No hacen falta grandes promesas de cambio, ni discursos pomposos sobre integración. Sólo abandonar un vocabulario y comportamientos con los que se educaron a muchas generaciones de hombres, y que se imponen como un modelo de masculinidad dañino.
En un entorno libre de machismo y misoginia, de roles masculinos violentos e impositivos, las personas LGBT tendrán un poco más de confianza, en si mismas y en toda la plantilla, para defender sus derechos.
Revisar las políticas de conciliación de la empresa
Los sesgos y prejuicios pueden llevar a injusticias o trámites innecesarios que solo acentúan la discriminación a madres y padres LGBT. Revisar la política de conciliación, aclarar dudas a la empresa, informar sobre no discriminación y renovar lo que falte, es un buen punto de partida. El papeleo no debería incluir una justificación de la orientación sexual de nadie.
Una participación activa de la comunidad LGBT también puede suponer una obtención de derechos para toda la plantilla.
Protestar los códigos de vestimenta y uniformidad
Al imponer unos códigos de vestimenta en el lugar de trabajo, se establece una norma sobre cómo es o no es aceptable ver a mujeres u hombres. Así se refuerzan dinámicas patriarcales y se anulan las identidades y expresiones de personas LGBT, o que no encajen en el estándar heterosexual que marca la norma.
Protestar y combatir estos códigos de vestimenta y uniformidad sienta precedentes, y redunda en lucha contra la homofobia, lesbofobia, transfobia, misoginia, xenofobia y racismo.
Que no te engañen, las empresas que se pintan de arcoiris durante el mes del orgullo solo usan el símbolo de una lucha nacida en las calles para disfrazarse de progresistas.
Cuando acabe el mes del orgullo, las conquistas seguirán pendientes y no se conseguirán con discursos vacíos, sino a través de la solidaridad y el apoyo mutuo.