Como muchos otros años, hoy nuestra manifestación del 1 de Mayo debería haber terminado aquí, en Las Pajaritas, en este precioso espacio que uno de nuestros padres ideológicos diseñó. Una vez más, este espacio se habría llenado de vida, de gentes repitiendo las mismas conversaciones, los mismos debates que fueron el germen de la revolución más bonita que ha conocido nuestra región. Niños/as, jóvenes y ancianos/as compartiendo tiempo juntas y soñando con una sociedad futura mejor.
Pero esos ecos anarquistas no resonarán aquí hoy por culpa del Ayuntamiento de Huesca. Hace unas semanas se nos denegó el uso de este espacio alegando que es un monumento histórico de la ciudad y que, si montasen un escenario, este afearía las fotos que la turistada viene a hacerle. De esta manera, el Ayuntamiento nos está dejando claro que su orden de prioridades pone primero el turismo y después a la ciudadanía. Que su objetivo no es hacer de esta ciudad un hogar para sus gentes sino más bien una fábrica de dinero para unos pocos.
Este es también un ejemplo más de cómo el capitalismo devora nuestros símbolos para convertirlos en bienes de consumo. De que nada escapa de su lógica mercantilista que los vacía de mensaje para llenarse los bolsillos exhibiéndolos como meras atracciones de feria.
Antes de que continuemos hacia nuestro nuevo destino, queríamos dejar un par de preguntas para reflexionar en el camino: ¿Qué habría pensado Ramón Acín hace casi 100 años si le hubieran dicho que el paseo que acababa de diseñar no sería para nosotras, las gentes de Huesca? ¿Qué opinaría de que su monumento a la infancia fuese hecho prisionero por el ayuntamiento y vendido de esta forma a los turistas?