Nos ha dejado el compañero de CNT Pedro Fernández Eleta, más conocido como ‘el taxista’, oficio al que dedicó su vida, y al que recordamos cariñosamente siempre a cuestas con su boina.
Nacido en Torneros (León) el domingo 29-6-1919 ha fallecido en Zaragoza el pasado domingo 29-8-2006. Hijo de ferroviario, eran un total de nueve hermanos fruto de dos madres pues el padre se había casado dos veces al enviudar. Vivían en el barrio de ‘los Chiflaos’ -entre San José y Torrero- y allí trabajó de panadero y luego de mecánico.
El 19 de julio junto a su hermano Cándido reparten hojas en el Pº de la Independencia llamando a la Huelga General mientras de fondo se oían los tiroteos por las calles en torno a san Blas del Casco Viejo de la ciudad.
Aguantan escondidos dos meses en la capital aragonesa viendo las continuas sacas de presos llevados para fusilar a Valdespartera y a los cadáveres de otros bajando acribillados por las balas fascistas por las aguas del Canal Imperial. Entre los asesinados estaba su hermano y maquinista Luís Fernández Quilez.
El 30 de septiembre de 1936 un grupo de diez compañeros confederales armados de dos pistolas y un revolver, Pedro y Cándido Fernández, Ángel Marín, Ángel Cebrián, Francisco Sanclemente Bernal, Ramón Maza y Santiago “el autobuserico” entre otros, emprenden la peligrosa evasión hacia la zona republicana siguiendo la línea del ferrocarril de Utrillas en dirección a Fuendetodos. Alcanzan la localidad al día siguiente después de pasar bajo el fuego de las ametralladoras de los requetés y gracias a un grupo de la CNT-FAI que salió en descubierta a su encuentro, entre sus salvadores estaba el compañero de la CNT de Valdealgorfa (Teruel) Francisco Fuster que nos dejó hace tres años. Curadas sus heridas y los pies destrozados de la caminata en Azuara, van a Lécera y luego a Alcañiz donde informan de la situación en Zaragoza. Allí Pedro se integra en la centuria ‘Regeneración’, luego primer Regimiento Confederal.
A propuesta de las centurias aragonesas de Saturnino Carod y Durruti se entrenan 300 milicianos en la Puebla de Híjar para preparar un ataque guerrillero en el interior de Zaragoza que es desestimado por el alto mando, en favor de un modelo de guerra clásica de posiciones y ataques frontales que agotarían toda esperanza de victoria militar en el frente aragonés.
Con la forzosa militarización Pedro abandona el frente y se va a Barcelona, mientras su hermano Cándido se integró como teniente en la 2ª compañía del 2º batallón, en la 25ª División Ortiz, cayendo en combate a los 27 años en la fallida ofensiva sobre Zaragoza de agosto de 1937 conocida como la Batalla de Belchite en la carnicería que se produjo por el intento de toma de la posición del Monte Sillero.
Mientras, Pedro acabó recorriendo todos los frentes de guerra como chofer del cuerpo de tren convertido en batallón de transporte confederal. Conectó Barcelona con Madrid, repartió “El Combatiente del Este” de la 26ª División Durruti, acompañó a dos periodistas franceses a la Batalla de Teruel, llevó suministros y tropas desde Mora en la Batalla del Ebro y ya con la retirada de Cataluña no abandonó su camión cruzando la frontera francesa cargado de refugiados. Fue internado en Agde, Saint Cyprien y Argeles-sur -Mer. Salió como trabajador forzado para la construcción de una fábrica de pólvora en Saint Librade (l’Haute Garone). Deportado en un tren hasta Figueras, todo el convoy es entregado a la Guardia Civil. Recorre los campos de concentración de La Carbonera, Miranda de Ebro y Valdenocada en Burgos y finalmente la terrible cárcel de Torrero (Zaragoza) donde es sometido a consejo de guerra, condenado a muerte y conmutada la pena por la de 30 años, luego 20 y cumpliendo cerca de tres años de cárcel hasta que salió en libertad vigilada con el Batallón Disciplinario nº 35 de trabajos forzados para construir la conexión por ferrocarril del aeropuerto. Finalmente se le obligó a hacer tres años de servicio militar obligatorio en Jaca.
En 1977 se traslada con un grupo de viejos militantes confederales a Toulouse donde participan en un mitin y se reencuentra con compañeros a los que no veía hacía décadas.
Participa activamente en la reconstrucción de la Organización aragonesa desde su militancia en el Sindicato de Transportes, Oficios Varios y Jubilados.
Parte de su historia que aquí relatamos escuetamente, sirvió al periodista Vázquez Prada para inspirarse en un novela editada el año pasado sobre al Guerra Civil que tiene como escenario las localidades aragonesas en que Pedro anduvo como miliciano confederal.
El entreñable recuerdo y ejemplo de lucha de Pedro ‘el taxista’, quedará imborrable en nuestros corazones.
Raúl Mateo Otal
CNT Huesca