CNT-Zaragoza convocamos a toda persona que crea en la democracia directa y en la abstención activa el viernes 20 de mayo a una concentración a las 20:00 horas en la Plaza de España (en la acera del Banco del mismo nombre) para demostrar una vez más que el pueblo unido funciona sin partidos y que existen alternativas reales al sistema en el nos imponen vivir.
Es posible funcionar sin gobiernos: alternativas al parlamentarismo
El domingo 22 de mayo hay cosas mejores que ir a votar. En el marco de las Jornadas Anticapitalistas del CSO Kike Mur hay convocado un vermú antielectoral, una comida popular en apoyo a la Red de Apoyo a los Sin Papeles y un mercado libre. Abstención activa ¡¡no votes!!
La clase trabajadora no vota ¡se organiza y lucha!
Nuevamente invaden nuestra intimidad en forma de agobiantes mensajes televisivos, radiofónicos, globos, caramelos, rosas y claveles, etc., ya estamos de elecciones.
Las elecciones se llevan a cabo para fabricar jefes y mantener dependencias, esclavismos psicológicos, ideológicos y materiales, clientelismos, servidumbres, una cosa es a lo que dicen aspirar los candidatos: salvar la patria, servir al pueblo, ayudar a los jubilados, etc. y otra, lo que realmente consiguen: cómodos horarios, puestos bien remunerados, influencias perniciosas, ventajas para amigos y familiares.
El electoralismo supone engaño, frivolidad, escamoteo de la voluntad popular y de la democracia directa, reforzamiento de la estructura de amos y siervos, es un rito, una ceremonia que en sí lleva la servidumbre para unos, el poder, el mando para otros, son el signo externo de que esta sociedad sigue sin plantearse el gran objetivo: eliminar las diferencias sociales.
Cuando las cosas han cambiado realmente nunca han sido los votos los que lo han logrado. Los votos sólo han sido el refrendo, la apariencia de democracia, sirven para realzar el bordado, para embellecer el producto, no para elaborar ni crear el producto.
La CNT no aspira a mandar, no quiere el poder, desea que no exista, por eso propugnamos la abstención consciente, sensata, razonada y racionalizada. La abstención como signo de actividad, de ejemplo máximo de movimiento, para decirles a los que nos quieren mandar, que no queremos que nos manden, que estamos hartos de que quieran hacer de tan innobles y encanalladas profesiones como las de político el centro de la vida social, que nos negamos a que decidan por nosotros continuamente, que queremos ser libres.
POR COHERENCIA: NO LES VOTES
¿Es posible vivir sin gobiernos?
Esta pregunta —sencilla en su formulación, pero que desata un universo argumental a poco que se escarba entre sus raíces— ha ocupado las luchas y debates de multitud de obreros, filósofos, intelectuales y políticos en los siglos XIX y gran parte del XX, en los tiempos en que la sociedad, llamémosle “civil” —aunque no existe ninguna otra- parecía buscar con ahínco y desesperación las respuestas sobre su propio destino. En cambio ahora, ya en el siglo XXI, los únicos que parecen hacerse esa pregunta de forma global y con un interés político claro son las empresas multinacionales, que necesitan por un lado, librarse de las trabas –por llamarlas de alguna manera— impuestas por los gobiernos nacionales o locales y por otro, absorber el negocio de los —pocos— servicios públicos que aún quedan en manos de los estados.
El debate, visto lógicamente desde su vertiente social, ha sido sepultado por la aparición de las modernas democracias, que al hilo de aquel “vivimos en el mejor de los mundos posibles” nos han acostumbrado a un entorno social que criminaliza la puesta en cuestión del modelo de gobierno, por no hablar del de estado o el sistema económico. Lentamente, el miedo infiltrado en la sociedad tras el telón de los terrorismos y su ulterior idenfificación con cualquier disidencia, ha ido despojando a las personas de su derecho a cuestionar el estado y las formas en que éste se manifiesta. La aparición, en nuestro caso, de la constitución de 1978 cristaliza la forma de estado y de gobierno despojando a la sociedad —que se da en llamar “el pueblo soberano”— de cualquier posibilidad de modificar el marco político –y no digamos el económico- en que se desenvuelve. Soberanos para nada, entonces; más bien controlados, dirigidos e inmovilizados. Obviamente, estas son las características de todo pueblo que aspire a formar parte del “mundo desarrollado”, de las organizaciones políticas y económicas internacionales. Son condición necesaria para la seguridad de inversores, empresas y libre flujo de capitales, que no desean ver amenazada su estabilidad por ningún tipo de “voluntad popular”, que, éstos lo saben bien, siempre es contraria a sus intereses cuando no se la manipula y controla adecuadamente. Por tanto, el “gobierno del pueblo” tan solo nos permite al pueblo elegir entre una de las dos opciones de su férreo bipartidismo —con alguna propuesta nacionalista ad hoc—, en listas cerradas y establecidas por las cúpulas del oligopolio político. Esto es todo lo que podemos hacer por la “democracia”. Un escaso bagaje para tanta palabrería.Sigue leyendo Es posible funcionar sin gobiernos: alternativas al parlamentarismo (pdf)
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