Se acerca el Primero de Mayo tras un año muy difícil para las asalariadas y asalariados, en el que cada vez tenemos más dificultades para llegar a fin de mes. La precariedad laboral y el paro, sumados al aumento de los costes de la vida y los continuos recortes, nos hacen cada vez más difícil acceder a recursos tan necesarios como la vivienda, la energía o la alimentación, así como la sanidad o la educación.
Las graves consecuencias económicas y sociales de la pandemia por COVID no pueden descontextualizarse de las crisis inherentes al capitalismo. Su necesidad de aumentar exponencialmente el consumo de recursos para asegurar la acumulación constante está generando un alarmante impacto sobre el planeta.
Ante esta grave coyuntura, los Estados reaccionan de nuevo limitando las libertades para la clase trabajadora, militarizando la sociedad y recortando el gasto social; actuaciones en beneficio de las élites y cuyas consecuencias sufren las capas populares de todo el mundo.
Desde el ejemplo de dignidad y entrega de los mártires de Chicago, el Primero de Mayo quedó grabado en nuestra memoria colectiva. Sus valores vuelven a recordarnos hoy que, frente a la explotación, nuestra respuesta es el apoyo mutuo y la organización colectiva; frente al racismo y la guerra, nuestro internacionalismo proletario; frente al autoritarismo y el patriarcado, la democracia directa y el feminismo. Frente al Estado y el Capital: Sindicalismo Revolucionario.
No solo no se deroga la Reforma Laboral de 2012, sus aspectos fundamentales son ratificados ante el aplauso de la patronal.
La promesa de derogación de la Reforma Laboral de 2012 ha quedado en retoques legislativos de bajo calado. No solo no se deroga, sino que sus aspectos fundamentales son ratificados ante el aplauso de la patronal. Así, no esperamos una mejora sustancial de las condiciones de vida de la clase trabajadora. De nuevo, la posibilidad de modificar esta situación pasa por la acción sindical.
Los contratos fijos discontinuos pretenden maquillar las cifras de una precariedad que, incluso, puede verse reforzada. Si antes de la reforma el 40% de los contratos indefinidos duraban menos de un año, con la nueva regulación esta vigencia puede reducirse todavía más mientras aumenta el número de despidos. También seguimos esperando que las empleadas del hogar dejen de ser tratadas como trabajadoras de segunda; a través de la ratificación del Convenio 189 de la OIT y su inclusión en el Estatuto de los Trabajadores, donde siempre debieron haber estado.
Asumimos el reto fundamental de contrarrestar la oleada de chovinismo, autoritarismo, racismo y machismo.
No nos olvidamos de los accidentes laborales, que crecen año a año y aparecen en nuevos sectores; ni de las pensiones, a la espera de una solución que garantice el bienestar y dignidad de las trabajadoras y trabajadores jubilados. Mientras el rescato de bancos, autopistas y otras empresas se nos vende como indispensable; los derechos conquistados duramente por la clase trabajadora son atacados o relegados a un plano secundario.
Así mismo, la llamada Ley Mordaza sigue en vigor, mientras se persigue a quienes hacen sindicalismo y multitud de familias trabajadoras continúan siendo desahuciadas a diario.
Asumimos desde el sindicalismo el reto fundamental de hacernos oír y contrarrestar la oleada de chovinismo, autoritarismo, racismo y machismo. Desde abajo, desde los barrios, los puestos de trabajo, en el sindicato, debemos organizarnos al margen de las instituciones del Estado. Por una economía con la vida en el centro, el reparto de la riqueza y la abolición de las fronteras: para que nadie se quede atrás.
Este camino hemos escogido desde la CNT. Por eso: este Primero de Mayo saldremos a la calle. Este Primero de Mayo ¡nos van a oír!