El pasado lunes, 7 de marzo, la Unión Europea y Turquía alcanzaron un principio de acuerdo que apunta, sin género de duda, a la deshumanización institucional frente a la crisis de refugiados.
Básicamente, el acuerdo establecería que, a cambio de 3.000 millones de €, liberalización de visados para ciudadanos turcos para que éstos puedan viajar sin necesitar visado al espacio Schengen y avance en las negociaciones para su incorporación a la UE; el estado controlado por el gobierno de Erdoğan se encargaría de recoger a los inmigrantes deportados desde Grecia (incluyendo a los sirios que demanden asilo político), y la UE se compromete a “reasentar” a un número equivalente. Esto convierte a aquellos que huyen de la barbarie de la guerra en una masa indiferenciada y muestra una flagrante falta de respeto al derecho de no-devolución para quienes piden asilo político, por no mencionar que no considera sus circunstancias individuales.
Incluso organizaciones que forman parte del entramado internacional de la caridad mercantilizada, como Amnistía Internacional o ACNUR, han alzado sus voces en contra de las implicaciones de este acuerdo. Acusan a la UE de rehuir sus responsabilidades y de usar a Turquía como “guardia fronterizo”, como si fuese un perro guardián. Señalan que este acuerdo contraviene la legislación referida a refugiados de guerra regulada por la convención de Ginebra y el protocolo 167 de la ONU. Como apunta un artículo de la revista online Contexto en este sentido: “Con lo que se decidió el 7 de marzo lunes –que quedará en la memoria durante décadas–, la regulación del derecho europeo de refugiados deja de llevarse a cabo con absoluto respeto de la Convención de Ginebra y de otros tratados internacionales de derechos humanos que, hasta ahora tenían naturaleza jurídica obligatoria y carácter prioritario con respecto a las legislaciones nacionales. El Consejo Europeo, de una simple tacada, ha cambiado el sistema jurídico de la protección internacional de refugiados.” Sólo una muestra más de que quienes hacen las leyes y fuerzan su cumplimiento, pasan a modificarlas o a ignorarlas en base simplemente a sus propios intereses políticos. Y económicos. No olvidemos el papel que han jugado la UE y la OTAN en los conflictos de Oriente Medio y los beneficios económicos que ha habido para los mercados occidentales.
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha alegado a modo de justificación que según la normativa europea sobre procedimientos para el asilo, un Estado miembro puede rechazar la acogida de refugiados si la puede “externalizar” a un Estado extra-comunitario que se considere seguro. Ese Estado seguro parece ser el turco, para llevar a cabo la acogida de refugiados enviados desde Grecia.
Así, se convierte a los refugiados en una simple moneda de cambio en favor de que Turquía se haga cargo del problema de la crisis que la huida de la guerra está provocando. Mientras tanto, dos millones y medio de personas permanecen hacinadas en campamentos de refugiados donde la miseria alcanza niveles deshumanizadores, tanto para los mismos refugiados como al mostrar la carencia de humanidad de los gobiernos que les mantienen allí haciendo uso de sus fuerzas de seguridad.
Y eligen precisamente Turquía como un lugar seguro. No hace falta más que haber prestado un poco de atención durante los últimos años para darse cuenta de que el estado turco, con Erdoğan a la cabeza, puede ser muchas cosas pero “seguro” no está entre las que vienen a la mente. El artículo de Contexto ya mencionado comenta que “[e]l gobierno de Ankara tiene, a los ojos de la Unión Europea, una gran ventaja: es cada día más autoritario y seguramente no tendrá inconveniente en meter en cintura a los refugiados, caso de que un día estallen de rabia.” Y no es en absoluto descabellado pensar así ya que el gobierno turco ha demostrado sus capacidades para la represión desmedida de aquellos que no comulgan con su régimen. Sólo habría que pensar en la absoluta represión a la que se somete en la zona a los movimientos kurdos, que han provocado varias tragedias como la masacre la de Cizre, tras la que el ejército ha llegado a reconocer a 666 víctimas, para apostillar a continuación que éstas eran, en su totalidad, “terroristas” (una acusación que parece estar de moda también por aquí).
Esta represión también afecta a las voces discordantes con Erdoğan y sus ansias totalitarias. De la misma manera que la UE ha contravenido la legislación internacional en su beneficio frente a una catástrofe humanitaria, Erdoğan ha afirmado que “ni acepta, ni respeta, ni obedecerá” al Tribunal Constitucional. Estas declaraciones han sido hechas en el contexto de la salida de prisión de dos periodistas que realizaron varias publicaciones sobre las relaciones entre el servicio secreto (MIT) y grupos islamistas. La represión y censura de medios críticos con el régimen no son una novedad en el territorio controlado por el estado turco, habiendo llegado a acusar de terrorismo a una periodista por algo que dijo uno de sus entrevistados, indicando que el gobierno debía negociar con Öcalan para lograr la paz en el Kurdistán turco. Al año siguiente (2012), Erdoğan empezaba unas negociaciones con el PKK, que culminan en el principio de acuerdo de febrero de 2015. Sin embargo, las operaciones militares del estado y la forma en que continúa hostigando al movimiento kurdo contradice dicho acuerdo, por lo cual 400 profesores de la Universidad de Ankara firmaron un manifiesto pidiendo al gobierno que se atuviese a éste para fortalecer el proceso de paz. Como resultado de firmar tal manifiesto, van a ser procesados.
Esta situación no es más que una muestra de la imposibilidad de organizaciones macroestatales, como la UE, a la hora de solucionar los problemas que esas mismas instituciones contribuyen a crear. Esta situación no podrá solucionarse más que con una solidaridad internacionalista que pueda hacer frente a los tejemanejes políticos y económicos de quienes ostentan el poder, oponiéndose a las alianzas que las élites hacen entre sí para continuar convirtiéndonos, en todo ámbito de la vida, en mera mercancía para servir a sus intereses. Y al final, denuncias de sus prácticas como las realizadas por AI, ACNUR o FAS, no hacen más que realizar peticiones a las jerarquías políticas.
Solidaridad, internacionalismo y lucha!
Recursos web:
https://www.diagonalperiodico.net/global/29647-la-ue-deportara-turquia-todos-refugiados-lleguengrecia.html
http://www.europapress.es/internacional/noticia-turquia-rechazara-refugiados-llegados-grecia-antesentrada-vigor-acuerdo-20160310103433.html
https://www.amnesty.org/es/latest/news/2016/03/eu-turkey-summit-reaction/
http://www.eldiario.es/politica/ACNUR-inquietud-UE-Turquia-expulsionrefugiados_0_492401091.html
http://ctxt.es/es/20160302/Firmas/4635/Consejo-Europeo-estrategia-nazi-UE-verg%C3%Bcenza-
Editoriales-Europa-Europa-contra-s%C3%AD-misma.htm
http://www.publico.es/internacional/ue-acepta-pagar-turquia-deshacerse.html
http://www.cuartopoder.es/terramedia/2016/03/05/erdogan-impone-fascismo-informativo-lanzandola-policia-la-prensa-turca/7600
http://arainfo.org/category/arainfo/movimientos/