Llegó noviembre y, este año, en lugar de traernos el frío nos trajo las Jornadas Culturales y Libertarias de la CNT de Fraga. Bueno, más que traernos, como si de un advenimiento se tratara, lo que ha sucedido es que ha salido a la luz el trabajo de varios meses. Así pues, iniciamos las jornadas con la ilusión que sólo el esfuerzo y el trabajo continuado es capaz de generar.
Este año decidimos centrar las jornadas en el tema de la transición española; ese momento que nos han repetido hasta el hartazgo lo muy modélico y pacífico que resultó. Como los libertarios tenemos la mala costumbre de ser poco dados a las comuniones con ruedas de molino y puesto que estamos viviendo una época intensa, en cuanto a los movimientos sociales y a las maniobras políticas, creímos que era un buen momento para abordar el tema de la transición con la visión crítica que el tema merece.
Las jornadas transcurrieron entre el seis y el dieciséis de noviembre, y durante todos estos días se podía visitar la exposición “Las Jornadas Libertarias de 1977 y la Transición Libertaria 1974-1979” Esta exposición la montamos en colaboración con el Ateneu Enciclopèdic Popular de Barcelona. En ella se podía contemplar una serie de paneles explicativos de la historia del movimiento libertario durante la transición. Además la exposición contaba también con carteles de la época. Así pues, con este recorrido por la historia de la transición quedaba patente cómo la dictadura terminó tal y como había empezado: matando (Salvador Puig Antich, Xose Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Jon Paredes Manot y Ángel Otaegi Etxeberria, son los últimos ejecutados por el régimen franquista, siendo Puig Antich el último ser humano que ha padecido la muerte producida por el garrote vil, un instrumento medieval que provoca una muerte lenta y muy dolorosa)
La exposición también nos acercaba a las Jornadas Libertarias de 1977 a través de fotografías y textos explicativos. Además se hacía un acercamiento a la lucha obrera en forma de huelgas y manifestaciones y la represión policial que se desencadenó durante esos años y que causó varias muertes de manifestantes.
La exposición acababa con referencias al caso Scala y el V Congreso de la CNT.
La primera charla-coloquio que pudimos disfrutar corrió a cargo de Pepe Ribas. Pepe Ribas es un periodista con una larga trayectoria que lo abala. En esa larga trayectoria se encuentra el haber sido fundador y director de la revista Ajoblanco. Esta publicación fue uno de los referentes de su época y supo retratar como pocas la cultura y la sociedad de la España de los setenta y principios de los ochenta.
Pepe Ribas planteó un recorrido por todo el movimiento cultural, social y revolucionario de la Barcelona de la transición, donde nos explicó que se vivió una época de libertad sorprendente, ya que el franquismo, tras la muerte del dictador, se había vuelto bastante laxo en la ciudad Condal y esto hizo explosionar toda la libertad reprimida. A partir de la muerte del dictador florece el movimiento hippie y hay un resurgimiento del represaliado movimiento libertario. Aquellos jóvenes se acercan a lo libertario sin apenas saber nada, pero lo hacen con la ilusión del descubrimiento de algo nuevo que les habla de libertad y de igualdad. Llegan las jornadas libertarias, su gran éxito y el lógico miedo del poder establecido y por establecer. Los partidos parlamentarios o con aspiraciones de serlo se afanan por pactar las bases de una democracia que tiene poco que ver con lo que sucede en el pueblo y que trata de desbaratar y frenar un movimiento floreciente. Se empieza a escribir la historia disociada del pueblo y dada, a partir de ese momento, como la única historia posible. Por si esto fuera poco aparece la heroína como reina de la desprogramación social.
La siguiente charla corrió a cargo de Sonia Turón y Laia Creus integrantes de la Comisión de Exhumaciones del Grupo de Trabajo de Memoria Histórica de la CNT. Además, han participado en la elaboración del informe de la CNT para la Querella Argentina.
La charla de Sonia y Laia coincidió con el anuncio, por parte de la justicia argentina, de la acusación sobre 20 siniestros personajes relacionados con el gobierno y la represión franquista, entre ellos Rodolfo Martín Villa, viejo conocido de nuestro sindicato. Esto le dio un plus de novedad a la charla ya que Sonia y Laia nos pusieron al día de cómo están sucediéndose los acontecimientos en el proceso de la querella. También nos hablaron de los asesinados arrojados a las cunetas y fosas comunes y lo hicieron desde el respeto, obviando detalles escabrosos, pero poniendo todo su sentimiento sobre la mesa de conferencias para que nos sirviéramos cuanto quisiéramos. Así acabó, como no podía ser de otra manera, siendo una charla emotiva con las emociones a flor de piel.
El siguiente acto de las jornadas fue la proyección de la película “Barcelona era una fiesta underground 1970-1980”. Esta película documental relata a través de diferentes personajes relacionados con la cultura (música, cómic, pintura, teatro, etc.) la evolución social de la Barcelona de la transición. Un poco fue como poner imágenes a la charla que ofreció Pepe Ribas el primer día, de hecho, el propio Pepe Ribas aparece en el documental.
Espacios de plena libertad, creación y debate se van sucediendo a lo largo de los testimonios y las imágenes de la época. Las jornadas libertarias también forman parte de la película como reflejo de la libertad vivida y el deseo de profundizar en el pensamiento libertario por parte de una generación que pretendía la ruptura con todo lo establecido.
El documental acaba con la irrupción de la heroína como disruptor de un movimiento social en efervescencia y claro peligro para el poder. La heroína ha sido el equivalente a sufrir una epidemia de peste o de cólera. Se ha llevado por delante a infinidad de jóvenes de varias generaciones. Ha acabado con los más inquietos y curiosos que han topado con un asesino desprogramador que, en forma de polvo blanco y jeringuilla, ha acabado con las ilusiones de una sociedad emergente. Muertos y más muertos y poco estudio del fenómeno nos lleva a tener sospechas más que fundadas de quien puede andar detrás de la expansión de tan fatídico enemigo.
El colofón de las jornadas lo puso Guillem Martínez, periodista y escritor que acuñó el término Cultura de la Transición. A Guillem le tocó la ardua tarea de hablar del presente y del futuro. Y esta tarea es ardua porque vivimos tiempos lo suficientemente extraños e interesantes como para que resulte tan complicado predecir el futuro, como comprender el presente y lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Pese a todo Guillem expuso con claridad una buena parte de lo que ha sucedido desde la irrupción del 15M y es ni más ni menos que el desplome del Cultura de la Transición. Resulta que aquellos discursos que hasta ahora habían funcionado ya no lo están haciendo. Así, no basta con tachar a un colectivo de violento, de radical o de antisistema para desacreditarlo. Tampoco basta con estar en el poder para erigirse en dispensador de democracia y gestor de libertades. Aquello que había funcionado hasta ahora se ha desmoronado de la misma manera que se ha desmoronado la economía y el empleo. Esto abre un camino a la esperanza en medio de todo este panorama de paro y desahucios, ya que no somos tan fáciles de manipular. Ahora bien, el saber hacia dónde caminamos y cómo pretendemos hacerlo dependerá de nosotros mismos. Dependerá de aquello que seamos capaces de construir entre todos.
Así, como acaba noviembre y llega el frío, acabaron las jornadas y tras ellas algunos nos tacharán de revisionistas. Nos acusarán de querer desestabilizar un sistema que “ha funcionado y ha traído paz” durante muchos años. Nos dirán que eran tiempos difíciles y que no había otra salida. Bien, nos pueden decir todo eso y mucho más, pero acercarse a la historia, replanteársela, tener visión crítica de los acontecimientos y poner en tela de juicio aquello que nos cuentan sin creer en verdades absolutas nos convierte en personas racionales que huyen del fanatismo constitucional que todo lo atenaza. Nos apartamos del rebaño, porque no queremos ir al aborregamen de lo que diga el pastor, ni hacer caso de los perros que nos ladran. Porque las jornadas culturales y libertarias no son un espacio para escuchar y asentir, son un espacio para hablar y disentir, criticar, pensar, razonar y no dar por inmutable ninguna verdad. Son, en definitiva, un espacio de libertad.
CNT Fraga, noviembre 2014
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