Vivimos en los territorios de la despoblación (un tercio de los municipios de la provincia de Teruel tienen menos de dos habitantes por kilómetro cuadrado), pero eso no sirve al gobierno para proponer medidas diferenciadas de las ciudades (Zaragoza tiene una densidad de población de 682,84 hab./km2.) ni ante la crisis del COVID-19 ni ante otras circunstancias.
Se defiende en silencio el interés de mantener el mínimo de población en nuestro territorio: y es que mientras las cifras de población descienden, vemos cómo proliferan los macroproyectos energéticos (parques eólicos y foltovoltaicos) y de alimentación (ganadería intensiva) bajo el pretexto de la generación de empleo, cuando en realidad son modelos productivos que apenas crean empleo estable; son modelos de producción que generan, como ya ha quedado demostrado, problemas medioambientales (contaminación de acuíferos, daños a la biodiversidad y al paisaje…) con el consiguiente problema de salud pública y devaluación del territorio.
Por eso, no vivimos en “la España vacía” sino en “los territorios invisibilizados y vaciados”. Porque hay mucho interés en utilizar la extensión del territorio para ser un gran exportador de carne, de energía, o de cualquier otra cosa ahorrando al máximo los costes (macroproducción, fraude en las contrataciones…). Lo que se traduce en: un gran daño medioambiental y en pérdida de derechos laborales; y por tanto, pérdida de calidad de vida.
Ahora es el momento adecuado. Tienen la visión catastrofista por el cierre de algunas empresas clave y todo son panaceas; por ello, hemos de mantenernos firmes y reclamar otro modelo productivo.
RECLAMAR:
– La soberanía energética, decir SÍ a las renovables pero en la medida suficiente para autoabastecernos, no para lucro de entes ajenos a nuestro territorio; declarando además zonas protegidas en base a la biodiversidad y la riqueza natural y paisajística, como son las zonas del Maestrazgo, Matarraña y Gúdar-Javalambre…
– La soberanía alimentaria, el aprovechamiento de las tierras para subsistir, no para aparentar y recibir las ayudas de la PAC.
Pero no es sólo cuestión de energía y alimentación. Un pilar fundamental de nuestra sociedad son los cuidados, asociados al rol que se ha impuesto a la mujer; un trabajo que aún hoy sigue siendo invisibilizado y muy precario.
La división sexual del trabajo sigue estando presente y trae consigo sectores laborales feminizados y devaluados (al infravalorarse por el mero hecho de que lo hagan mujeres) que ahondan en la brecha salarial de género.
Además en cuestiones de conciliación laboral y familiar, siguen siendo las mujeres quienes encabezan la solicitud de excedencias y reducciones de jornada por cuidados. Por tanto, siguen siendo “ellas” las que se encargan de sostener el peso de la familia; quienes aportan más al cubrir las carencias que provocan las pésimas pensiones y los bajos salarios. Por ello, el sistema de cuidados debe ser universal y se debe proteger como pilar fundamental de nuestra sociedad.
Por otro lado, la evidente falta de recursos materiales y humanos y de equipos de protección individuales en hospitales y residencias, donde se sufre un alto índice de contagios, se ha enfrentado desde el primer momento desde la creatividad, la solidaridad y el apoyo mutuo (producción de mascarillas y pantallas…). Por contra, los gobiernos central y autonómicos no han estado a la altura de las circunstancias, proveyendo tarde de escasos recursos. Una vez más sufrimos los recortes y vemos que la mejor medicina es la prevención.
Si algo ha demostrado la pandemia es que si las (personas) trabajadoras no acudimos a nuestros puestos de trabajo, las empresas y con ellas la economía capitalista se hunden. Por tanto queda claro que quien sostiene este y cualquier otro sistema es la fuerza del trabajo (remunerado y no remunerado) y no del capital. Cuando las trabajadoras se plantan masivamente, la economía se para. Desde CNT seguimos reivindicando la Huelga General,la fuerza de las trabajadoras, como la mejor forma de garantizar y mejorar los derechos sociales y políticos.
Ni COVID19, ni patrias putrefactas, ni sistemas capitalistas ausentes de democracia doblegan los sentimientos, inquietudes e ideas de nuestro sindicato y de las personas que lo forman.
En definitiva, necesitamos tomar las riendas de nuestro presente y futuro.
Lucha y Salud en el 1º de mayo.