Dossier editado por CNT-Zaragoza que trata el papel de la mujer a lo largo de la historia y su lucha por la libertad.
LA ESCLAVA DE LA HISTORIA:
Tras la Revolución Francesa, fue necesario reconstruir y redefinir tanto la esfera de lo público como la de lo privado y la de los roles sexuales. Tras abolir las clases sociales y económicas intermedias surgió una sociedad de individuos yuxtapuestos y sin vánculos, un aglomerado m$aacute;s que una sociedad. Lo público pasó a ser lo llamado “poláticamente correcto” era el terreno de lo masculino, por otro lado estaba la mujer y lo privado, los intereses intermedios, la familia, donde la mayoráa de la sociedad civil se centraba. Los espacios entre lo público y lo privado estaban enmarcados en la división sexual, de roles, de tareas, de funciones, estos espacios siempre ha existido, pero su definición ha variado según las épocas y las culturas.
Con el origen de la democracia dominó el miedo a las mujeres y a sus poderes, excluidas del derecho al voto, signos manifiestos de esa división. Cada sexo estaba en su sitio, el hombre en lo público y lo polático o social y las mujeres en lo privado, pendientes o recluidas al campo de la familia y la casa, y de esta relación dependáa en gran medida el equilibrio del Bienestar y de la seguridad del Estado.
La democracia del siglo XIX no negaba la importancia de las mujeres, incluso veáa en ellas el fundamento de las “costumbres”, clave de la civilización, digamos que a través de lo doméstico y en cierta medida, las mujeres gobernaban la sociedad civil.
También se ha destacado históricamente la belleza de la mujer y se introdujo el modelo de la “nueva mujer social” la mujer que ya no debáa quedarse en su casa, sino que debáa salir, ocuparse de los ancianos, de los pobres, de las labores sociales etc.En la modernidad la esfera de lo público, es decir, lo concerniente al hombre, siempre ha manifestado una gran preocupación porque la mujer accediese a su esfera, poniendo restricciones y obst$aacute;culos en la lucha por los derechos de la mujer. Tienen miedo a las mujeres y las excluyen.
El primer modo de delimitación en los siglos XIX y XX fue mediante el derecho, La Revolución Francesa aceptaba a la mujer civil, incluso la reconocáa el derecho de herencia e incluso posteriormente el derecho al divorcio, pero rechazaba a la mujer cávica, quienes no tenáan ningún derecho polático y como los extranjeros o los niños, no podáan votar.
Las mujeres casadas, no podáan trabajar tras la Revolución Industrial, debáan de ocuparse de lo doméstico subordinadas al ingreso económico de sus maridos.
Las leyes de 1875 en Gran Bretaña y de 1907 en Francia reconocieron a las esposas asalariadas a poder disponer libremente de sus salarios, argumentando que éste no era un derecho personal de la mujer, sino un derecho que ayudaráa a la economáa doméstica y al bienestar de sus hijos en caso de abandono o fallecimiento del padre.Otra forma de limitar la historia de la mujer a ha sido mediante el acceso a la educación, que nunca era mixta, sino siempre especáfica y casi siempre privada y religiosa.
Las profesiones también dividáan los sexos y tampoco podáan salir a ciertos bares o incluso andar por las calles de noche ya que sufráan el riesgo de que se las considerase “mujeres públicas”.Muchos son los vacáos que los hombres pensadores, filósofos, historiadores, como Hegel, kant, schopenhauer, Nietzsche, Ruskin etc, le han hecho a la mujer, tratando incluso el papel de la familia y los roles de sexo, o creando manuales del “Buen comportamiento femenino”, de nuevo eran ellos los que determinaban no sólo nuestro lugar en el mundo sino cómo habáamos de comportarnos en él. A través de la sumisión a su autoridad, con el miedo a la represión fásica, psicológica y social cedimos
Dentro de las teoráas evolucionistas, y con Darwin a la cabeza, creáan que en el origen reinaba la igualdad entre los sexos, pero la lucha por la vida seleccionó y fortaleció a los hombres en virtud de la herencia de los caracteres adquiridos.
El sexismo también ha trascendido culturalmente hasta el campo del lenguaje, debido a que el lenguaje tiene categoráas que estructuran sus reglas gramaticales, éstas no han estado fuera de perjuicios sociales en favor de los puntos de vista y actividades creadas en torno al hombre, igualmente, la utilización del “ÉL” como pronombre para denominar lo relativo a Dios es muestra de que a la figura m$aacute;s poderosa del mundo la habáan hecho hombre. El sexismo de nuestro lenguaje es consecuencia de la dominación masculina en nuestra sociedad a lo largo de la historia
REPRODUCCION, PRODUCCION:
El matrimonio cl$aacute;sico lo compone la unión heterosexual hombre-mujer, para entender esa unión hay que tener en cuenta componentes m$aacute;s profundos ya que aunque la finalidad de esa unión sea la reproducción en las familias extensas, esa unión tiene un componente de intereses y valores productivos. La dote, seráa un ejemplo de cómo una familia entrega a uno de sus miembros a cambio de algo que pueda sustituir el valor productivo de esa persona. En estas uniones hay m$aacute;s que componentes instintivos, detr$aacute;s de ellos lo que hay son ventajas sociales y económicas en la pr$aacute;ctica de la exogamia y este es un ejemplo de los intereses corporativos de los grupos domésticos.
Normalmente en la organización social predominan los grupos patriarcales, una de las razones posibles es que entre la mayoráa de las sociedades, las actividades relacionadas con el comercio, la caza y la guerra las desarrollaban los hombres. El principio patrilineal se arrastraba hasta la esfera de lo doméstico dando lugar a sociedades educadas en el patriarcado. También han existido sociedades matriarcales pero est$aacute;s suelen ser excepciones u organizaciones intermedias en momentos clave en la historia, como guerras hasta las que los hombres se desplazaban y dejaban la organización social y económica a las mujeres y a las madres, la falta y búsqueda de recursos energéticos y alimenticios, etc.
El género, al igual que la jerarquáa de clases y las diferencias sociales est$aacute; dividido entre los hombres y las mujeres. El hombre casi siempre se ha considerado fásica y moralmente superior a la mujer, y las religiones, sobre todo en occidente, han servido, precisamente para que se asienten esas diferencias y esa superioridad. Hay ejemplos escalofriantes como en Bangladesh y las mujeres Foré que ven cómo sus hijas y ellas mismas tienen una tasa de mortalidad y enfermedad doblemente superior a los hombres debido a las distinciones de género y a su organización patriarcal, pues son los hombres los que tienen los privilegios sobre la comida y las mujeres sólo pueden comer sus restos.
En las sociedades cazador-recolectoras ambos géneros eran igualitarios como ocurráa y ocurre entre los ¡Kung, Naskapi y Mbuji. Existe un ejemplo de cómo las diferentes formas de recolección y cultivo de los alimentos han derivado en agravar o disminuir las diferencias entre la esfera de lo público y lo privado, entre los hombres y las mujeres. En el Africa occidental las mujeres utilizan la azada para trabajar el campo con la misma eficacia que los hombres; esta igualación las permite controlar la oferta de alimentos y la producción, el comercio, ejercer un papel importante en lo doméstico y contar en la vida pública. Sin embargo, las mujeres de la india no pueden arar la tierra con arados tirados por bueyes, siendo el marido o el hombre quien realiza esta actividad y la mujer pasa a quedarse relegada a lo privado, la crianza de los hijos y asá hasta derivar en la existencia de dotes, el infanticidio en las niñas, los malos tratos a las viudas, etc. En Europa, el control de los animales y el arado le ha pertenecido al hombre y éste ha sido el que se ha dedicado al comercio, a la contabilidad, a las matem$aacute;ticas, se les ha enseñado con preferencia a leer, escribir etc.
Podráamos afirmar que la reproducción es una forma de producción, siendo el producto el propio ser humano reproducido. La producción alimenticia tiende a crecer hasta el nivel que demanda el crecimiento de la población. La reproducción genera presión demogr$aacute;fica, esta presión crea la intensificación y por lo tanto genera una mayor demanda de producción dando lugar a rendimientos decrecientes e irreversibles agotamientos medioambientales que generan la búsqueda de nuevas tecnologáas y formas de producción.
LA LUCHA POR LA LIBERTAD:
Dentro de la Historia de las mujeres, ha habido figuras luchadoras y feministas como: Vera Finger que creó en Zurich un cárculo de mujeres que tuviesen como objetivo el protegerse, defenderse y aprender mutuamente. Adelaida Popp , obrera austriaca y una de las primeras en participar en una reunión polática del Partido Socialista Austriaco, reunión en la que manifestó su sufrimiento por no escuchar la palabra de las obreras. Emma Goldman, militante anarquista de Estados Unidos tuvo un amante, Edmond Barry, quien harto de la vida comprometida de su compañera intentó disuadirla de su dedicación simulando incluso su suicidio para: “precisamente para asustarte y curarte de tu manáa de los mátines que nada puede detener, ni siquiera la pasión del hombre al que pretendes amar”, Esto es una clara evidencia de que el pensamiento de algunos obreros apenas se diferenciaba de la moral Burguesa.
Aunque también han existido y existen mujeres feministas que entienden el feminismo como la feminidad de la mujer en la esfera de lo privado, en el hogar, en la cocina, en la familia y desde ahá es desde donde reclaman lo “verdaderamente femenino”.
Las rebeliones de las mujeres no son un hechos que haya ocurrido en los últimos años, lo peculiar en estos últimos tiempos ha sido que la lucha por la liberación de la mujer se haya enfrentado de manera colectiva con estrategias de movilización que diesen como resultado un cambio social y psicológico.
M$aacute;s cercano a la actualidad nos resulta, por ejemplo, el movimiento feminista de los setenta, herederas de la lucha por el sufragismo, ya no hablaban las mujeres de desigualdad, sino que mantenáan la opinión de que las mujeres estaban oprimidas y explotadas y que las relaciones que los hombres establecáan para con las mujeres eran relaciones de poder sustentadas en la jerarquáa. Y para denominar este sistema de poder utilizaron el concepto de patriarcado.
La primera autora que utilizó el concepto de patriarcado como fuente de opresión hacia la mujer fue la feminista Kate Millet, para ella, la sociedad patriarcal es aquella que se organiza según dos principios, el primero, señala que los hombres deben dominar a las mujeres y el segundo que los hombres viejos deben dominar a los m$aacute;s jóvenes. Millet también tiene una teoráa sobre la polática sexual, en la cual establecáa que el sexo es una categoráa social impregnada de polática, polática y conducta que est$aacute;n profundamente arraigadas en nuestra cultura y que pone de manifiesto el aspecto m$aacute;s elemental de poder. A partir de Millet, tres corrientes ideológicas predominaron en la esfera feminista: El feminismo liberal, el radical y el socialista.
Uno de las posturas m$aacute;s importantes en lucha por la libertad del ser humano ha sido el anarquismo, cuyas aspiraciones por la destrucción del estado, la explotación, las jerarquáas y la autoridad, planteaban la posibilidad de una vida autoorganizada por individuos libres. Desde diferentes frentes de lucha y unidos por una aspiración común los/as anarquistas se han organizado a lo largo de la historia mediante sindicatos, colectivos, organizaciones, barrios etc. Y en este movimiento no fueron menos las mujeres, quienes respondiendo mediante la palabra y la acción a sus compañeros de lucha, hombres que tan sólo contaban con ellas en la teoráa y casi nunca en la pr$aacute;ctica, impulsaron la emancipación de la mujer en todos los $aacute;mbitos, la educación la sexualidad, el trabajo etc. Mujeres como Lucáa S$aacute;nchez Saornil, escritora, Mercedes Camposada, abogada y Amparo Posch y Gascon, médica y otras muchas m$aacute;s fundaron el colectivo y la revista de Mujeres Libres en 1936.
AHORA:
Tras la segunda Guerra Mundial y con el surgimiento de la economáa de información y los servicios, las mujeres se incorporaron en gran número el mercado laboral hecho que ha producido ciertos, pequeños e insignificantes cambios en la esfera de lo doméstico, los roles y las jerarquáas de género.
Pero no por estos cambios hemos las mujeres de occidente pensar que hemos alcanzado la emancipación o la igualdad frente al género masculino, pues las igualdades poláticas conseguidas como poder formar parte de un ejército, ser jefa, miembro de la Guardia Civil o la Policáa Nacional, empresarias, ingenieras, bomberas, médicas, etc. Forman parte del “gran cambio social” de las mujeres progresistas y liberales, ésta ha sido su revolución: la Revolución de la Mariquita Pérez, quien en vez de vestir faldas y vestiditos se cambió a la moda de los tejanos, los uniformes militares y los trajes de chaqueta clásicos de directivos y burgueses, propulsoras y sustentadoras con su actitud del mismo capital patriarcal y opresor contra el que en un tiempo pasado se manifestaron y desde el que ahora se sienten tan cómodas, tan masculinas por haber accedido a la esfera de lo público, por haber decidido por todas las mujeres del mundo y haber contribuido a la conformación de leyes Estatales para protegerlas, satisfechas en su reformismo por haber conseguido disminuir las listas del paro y la precariedad femeninas, por haber conseguido compaginar la maternidad con la explotación laboral y asá, sentadas desde sus sillones contentas de que sus maridos sepan diferenciar el detergente del suavizante y de que se preocupen por cuidarse la piel tanto como ellas, respiran su paz, encubriendo y generado el mensaje de que a través de tantos siglos de opresión hoy sí, por fin, en esta democracia del siglo XXI las mujeres viven en plena igualdad. Pero éstas tan sólo son conquistas superficiales en la esfera pública ya que en el terreno de lo ántimo y lo privado subyace la misma represión y seguimos siendo las mujeres las que mantenemos por nuestra cultura y educación esos aspectos del patriarcado que tanto han impedido nuestro libre desarrollo y crecimiento personal a lo largo de la historia. Aspectos que transmitimos y permitimos que por medio de la educación, los valores machistas y reaccionarios sigan prevaleciendo muchas veces camuflados entre una supuesta igualdad fruto de esta era de posmodernidad.
La Revolución de la mujer, no es necesaria, es imprescindible y toma mayor importancia dentro del movimiento libertario, ya que en el camino por la conquista de nuestras utopáas no se debe dar por sentado el hecho de que viviremos en igualdad como seres humanos libres, porque mucho me sospecho de que sin una lucha paralela que abarque la conquista de todas las libertades, algunas de ellas se quedar$aacute;n detr$aacute;s y nosotras las mujeres anarquistas no estamos dispuestas de que nuestra lucha se quede relegada o hipotecada a un sueño, a una simple utopáa. Y aunque la conquista debe empezar por nosotras mismas tiene que continuar con la lucha de los propios hombres, muchas veces váctimas también de su propio patriarcado. Nuestros compañeros son una de las piezas clave en la lucha por la igualdad pues son ellos mismos los que deben empezar a desprenderse de las conductas conscientes e inconscientes que el patriarcado ha ido depositando de forma indirecta en su género y desde el que han disfrutado de tantas ventajas y beneficios de los que lógicamente les cuesta desprenderse por su histórica superioridad.