Carta abierta al Consejero de Educación, Cultura y Turismo del Gobierno de la Rioja
Excmo. Sr. D. Gonzalo Capellán de Miguel:
La Confederación Nacional del Trabajo cuenta entre sus objetivos con la representación, defensa y promoción de la educación laica, científica y racional, en la idea de que es el único modelo capaz de garantizar el acceso universal a una formación que estimule el desarrollo individual y social. Entendemos por tanto que el carácter público ha de ser uno de los pilares del sistema educativo, implicando con ello la gratuidad como condición indispensable. De lo que se trata en definitiva es de asegurar la igualdad de oportunidades para toda la población, evitando que la educación sea un privilegio en manos de una minoría. No le diríamos nada nuevo si nos retrotrajéramos a épocas pasadas evocando ejemplos de cómo la educación fue utilizada como filtro social; usted mismo, sr. Capellán, menciona ese contexto en sus trabajos académicos, haciendo especial hincapié en su contribución a la monopolización del aparato estatal por una oligarquía cultivada
En la Confederación Nacional del Trabajo tememos que estamos precisamente volviendo al pasado en materia educativa. No nos referimos, aunque podríamos hacerlo perfectamente, a la promoción de la enseñanza concertada que realiza la Administración riojana, ni tampoco a sus declaraciones sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía –qué mayor ideologización puede haber, sr. Capellán, que la existente en los centros de enseñanza confesionales, opuestos por definición a la neutralidad religiosa. No, en esta ocasión hablamos de las reformas, ajustes y recortes que está imponiendo actualmente el Gobierno central. El empobrecimiento en la calidad de la educación pública viene acompañado de la subida de las tasas de matriculación. ¿Quién va a poder costearse una formación que responda a unas exigencias académicas aceptables? Que un derecho esté reconocido por ley no implica automáticamente que la población pueda disfrutarlo. Usted sabe, sr. Capellán, que la Ley Moyano de 1857 regulaba la obligatoriedad de la enseñanza primaria; sin embargo el porcentaje de analfabetos no comenzó a descender de manera visible hasta el primer tercio del siglo XX.
Como responsable de ejercer estos recortes en el ámbito autonómico usted ha declarado en alguna ocasión, sr. Capellán, que los aplicará de forma “flexible y prudente”, La flexibilidad y la prudencia no se miden igual si se ejercen que si se padecen. Usted ha reconocido su compromiso con la educación pública, pero las palabras no nos bastan, sr. Capellán. La situación es tan acuciante que no requieren un comportamiento de político, sino una actitud de gestor responsable. No es la intención de la Confederación Nacional del Trabajo dictarle a usted, sr. Capellán, cuál es la conducta a seguir: las decisiones que tome y las consecuencias que acarreen solo dependen de usted. Pero consideramos que no está fuera de lugar recordarle un caso cercano, más aún teniendo en cuenta que está protagonizado por alguien a quien seguro usted toma como referente. Su padre, Patricio Capellán, alcalde electo por el PP en Haro, amenazó públicamente con dimitir del puesto y abandonar su formación política si desaparecía el juzgado de la localidad. Lo más curioso de todo es que de momento parecen haberle escuchado. Ahí tiene, sr. Capellán, un buen ejemplo para reflexionar sobre cuestiones tan humanas como la ambición y el pundonor.
Sin otro particular, le saluda atentamente,
Salud y anarcosindicalismo.