No permitamos que el racismo y la aporofobia marquen el relato sobre el centro de Teruel

Desde CGT, CNT, la Columna Feminista de Teruel y el Centro Social A Ixena, expresamos nuestra profunda preocupación y rechazo hacia el artículo publicado en el Diario de Teruel que ha dado espacio a un discurso cargado de racismo, clasismo y aporofobia, disfrazado de crónica urbana. Este texto, firmado por un periodista que ni siquiera reside en nuestra ciudad, ofrece una visión distorsionada, alarmista y profundamente irresponsable sobre el centro histórico de Teruel.

No se trata de una “opinión valiente”; se trata de un discurso de odio que criminaliza a personas migrantes, jóvenes y vecinas en situación vulnerable que habitan el corazón de nuestra ciudad. Este relato, que podría ser firmado sin cambiar una coma por cualquier formación de extrema derecha, fomenta el miedo, estigmatiza a quienes más sufren y blanquea la dejadez de las administraciones públicas responsables del abandono del centro.

El verdadero problema no es la diversidad, sino el abandono institucional y la permisividad de ciertos sectores ante discursos que suponen una incitación al odio.

El deterioro del centro histórico es palpable, hay viviendas en ruinas, calles descuidadas, faltan servicios básicos y espacios públicos para la convivencia y el encuentro comunitario que no deriven del consumo. Cuando surgen iniciativas que buscan ofrecer garantías y recursos, también son objeto de críticas. 

Lo que realmente molesta no es la inseguridad, es que la pobreza y la diversidad sean visibles. Lo que incomoda es que el centro no se limite a ser un espacio exclusivo para el turismo de fin de semana o para intereses inmobiliarios.

Las plazas y espacios públicos no son peligrosos, son lo que queda cuando no hay alternativas ni de ocio ni de espacios para relacionarse.

El periodista se queja por un lado de ver “bancos llenos de gente que mata las horas mirando el móvil”, de “personas con túnicas” y de “adolescentes con zapatillas de marca y cortes de pelo dignos de un presidiario” y por otro lado nos dice que el centro se muere, que nadie querrá pisarlo. Si ya hay personas que lo habitan, lo pisan y lo viven podría ser que el autor del artículo estuviera incurriendo en una contradicción. Pero nada más lejos de la realidad, puesto que lo que encierra ese texto camuflado de preocupación ciudadana, es una clara concepción de la ciudadanía exclusiva, excluyente y extremadamente racista. 

Nos entristece profundamente que un medio local como el Diario de Teruel participe de este relato excluyente y estigmatizador. Esta clase de discursos fomentan el odio y agravan la fractura social haciendo más difícil la convivencia. Teruel necesita una prensa que investigue, no que alimente prejuicios.

Mientras se sigue señalando a los más vulnerables nadie exige responsabilidades a quienes han permitido el deterioro del centro, las administraciones que no invierten, y han permitido que una parte histórica de la ciudad se convierta en escaparate turístico de fin de semana, desprovisto de vida vecinal real.

No aceptamos que se intente enfrentar a “turistas” con “gente de fuera”, ni que se niegue la riqueza de una ciudad plural y diversa. Defender la dignidad, la integración y el derecho a habitar la ciudad no es buenismo. Es justicia social. 

Reivindicamos un centro vivo, digno, plural y popular. Un barrio con servicios, con vida vecinal, con espacios para la infancia, para jóvenes, para mayores y para quienes llegaron hace poco, pero ya son parte del barrio

Teruel no se defiende señalando al diferente, Teruel se defiende cuidando y apoyando a todos aquellos que lo habitan.