Desde CNT Zaragoza, en base a uno de los principios que nos mueven a acción, como es el de la solidaridad obrera, la solidaridad internacionalista, queremos dejar claro nuestro apoyo a las personas refugiadas que huyen de la barbarie de la guerra y a las que las instituciones occidentales están negando cualquier tipo de ayuda mínimamente significativa, que vaya más allá de las buenas intenciones que no se traducen en hechos. En algunos casos ni buenas intenciones, como ocurre con el referendum convocado el 2 de octubre en Hungría en rechazo a las cuotas de asilo determinadas por la UE. En este estado se ha informado del trato vejatorio y hostil hacia la población refugiada con anterioridad, y este referéndum no es más que una medida racista con la que se intentó “justificar” el rechazo y la xenofobia mediante las urnas. Así mismo, el estado francés ya ha anunciado sus intenciones de desmantelamiento del campo de refugiados de Calais, mientras Reino Unido empieza la construcción de un muro en dicho campo para impedir que quienes buscan refugio y vivir en unas mínimas condiciones de dignidad puedan llegar a suelo británico en su búsqueda. ¿Qué pasará con la población refugiada, desposeída y en la miseria desde que empezara su odisea de huída de la barbarie bélica en sus casas? Mientras tanto, el estado español solamente ha acogido a un 3% del total de 17.387 personas a que se comprometió.
En prensa, aunque algunos periódicos siguen mencionando el tema, da la impresión de que éste se pierde en un torrente de noticias de otros asuntos, relegando una cuestión tan importante. Desde CNT reiteramos que no es ésta nuestra visión, que la solidaridad internacionalista ha de traducirse en hechos y no sólo quedarse en meras palabras.
La solidaridad como un mero gesto también ataca a las opciones del llamado “cambio”, en el ámbito municipal del estado español (que no ha acogido ni siquiera a un 3% de población refugiada de la acordada con la UE . Vemos cómo en Madrid y Barcelona, las respectivas alcaldesas Manuela Carmena y Ada Colau se posicionaban a favor de la solidaridad con quienes migran debido a la miseria provocada por la guerra, buscando refugio político, mientras poco después en esas ciudades se emprendían campañas policiales contra las personas migrantes que han de buscarse la vida de forma ilegal (alegal?) por verse abocadas a ello. En dichas campañas se dan muestras del racismo estructural imperante, brutalidad policial llegando a fallecimientos en circunstancias extrañas, detenciones basadas en burdos montajes e internamientos en CIEs mientras se espera a la devolución al país de origen, la vuelta a la miseria de la que huyen . Aunque ambas alcaldesas dan muestras de buena voluntad, se evidencia que la presión institucional y mediática deja estas muestras en eso simplemente, gestos de buena voluntad que no pueden tener una incidencia real con la suficiente rapidez, o en absoluto.
Ante esta situación, el Sindicato Popular De Vendedores Ambulantes de Barcelona, presentado en público el mes de octubre del pasado 2015, ha publicado un vídeo en su canal de YouTube en el que desmiente las mentiras vertidas en su contra por parte de la prensa y las instituciones. También emitieron un comunicado en la página Tras la Manta en respuesta a las más que cuestionables declaraciones de Lola López, comisionada de Inmigración, Interculturalidad y Diversidad de Barcelona, en una entrevista a El Diario. En estas declaraciones queda patente que una vez dentro de las instituciones burguesas se adquiere un punto de vista burgués, dejando de lado todo análisis estructural de las dinámicas sociales que afectan a los colectivos oprimidos por el sistema vigente. Frente a estas declaraciones, no podemos dejar de reproducir este fragmento de la réplica de Tras la Manta (página imprescindible de seguir para quien quiera tener una visión de las luchas a las que se enfrenta este colectivo, desde su propio punto de vista):
‘»Racismo es dejarles vender en la calle». No, lo que es racista es que esta sociedad deje a las personas negras en Barcelona como única salida para sobrevivir la venta en la calle. El racismo social e institucional hace justamente que tengan menos oportunidades para encontrar trabajo en otros sectores. Pero también es paternalismo y racismo ver la venta en la calle como una cuestión de «si nosotros los blancos les dejamos o no vender», la venta en la calle no es una cuestión de concesiones de blancos hacia negros. Esto niega e invisibiliza (y no desde la ingenuidad) que los vendedores se han ganado el derecho al espacio público a través de la lucha, la resistencia y de su trabajo de más de 15 años. En Barcelona y en otras ciudades europeas y de España, la venta ambulante nunca se ha desarrollado bajo el beneplácito ni de gobiernos de izquierdas, ni de derechas, por el contrario la venta en la calle se ha perseguido y se sigue persiguiendo a través de múltiples vías.’
En esto queda de relieve la importancia de que quienes sufren una opresión determinada tomen las riendas de la lucha contra ésta desde su propio punto de vista, sin delegar en las instituciones la solución a sus problemas.
Y no sólo en las instituciones representativas, políticas, es donde el racismo estructural da muestra de su presencia. El racismo policial por parte de la guardia urbana o los mossos, en Barcelona, o la policía de Madrid en una campaña contra los vendedores ambulantes en la que el ayuntamiento también parece haber entrado en un callejón sin salida, encuentra un eco en Zaragoza en la UAPO. Se pueden encontrar detalles de la actuación de dicha unidad en un informe de 3 partes elaborado por el Grupo de Derechos Civiles 15M de Zaragoza, llamado “¿Por qué exigimos disolver la UAPO?”.Este racismo institucional encuentra una contrapartida, digamos civil, en los grupos neofascistas que parecen resurgir, o intentarlo, en Europa. Lo vemos en los actos del MSR y su intención de incidencia social mediante sus “Hogares Sociales”, en los que ofrecen techo y comida sólo a aquellos en situación de miseria que sean de nacionalidad española. Se ve la manga ancha con que se les trata tanto en los medios con entrevistas en las que se les permite intentar justificarse o darles una pátina de credibilidad, como en lo institucional, por ejemplo en el caso de los 11 antifascistas de Zaragoza. Varias organizaciones antifascistas han denunciado repetidamente un aumento de agresiones fascistas tanto en la capital aragonesa (por ejemplo en Pz. San Francisco a finales del pasado septiembre, con uso de pistolas táser incluído), como en el resto del estado. Sirva de ejemplo una agresión a principios de septiembre por dos neonazis a una inmigrante embarazada en Barcelona en la que la prensa, en aras de una supuesta objetividad tibia, simplemente calificaba a los agresores de ultras, sin mencionar directamente el carácter fascista del ataque o tratándolo de forma secundaria. A las cosas por su nombre, y el fascismo ha de ser reconocido y combatido para que no avance.
En algunos estados europeos estas formaciones muestran su fuerza en manifestaciones racistas (como sería el caso de PEGIDA en Alemania) o un aumento de apoyos que se traducen en votos para que apliquen desde los parlamentos sus políticas racistas (En estados como Croacia, Dinamarca, Francia, Austria, Hungría, Lituania, Letonia, Finlandia, donde un anatifascista fue asesinado durante una manifestación racista el pasado 10 de septiembre, o Grecia).
También es digno de mención el hecho de que el presidente de SOS Racismo haya recibido en redes sociales amenazas de muerte, en un caso que no parece haber trascendido demasiado, aunque algunos medios lo hayan mencionado. Al margen de las diferencias que podamos tener con las ONGs y las críticas que les podamos dirigir respecto a su funcionamiento interno y su lugar en una sociedad dominada por capital y Estado, el hecho en sí evidencia que el problema del racismo, lejos de ser algo del pasado, sigue dando problemas en la actualidad. Las instituciones no son solución, como va quedando cada vez más patente. La alternativa es la organización directa, sin mediaciones, y con bases de solidaridad y apoyo mutuo. Grupos de apoyo que han surgido directamente de quienes querían posibilitar la acogida y mejorar la situación, en ocasiones yendo a los campamentos de refugiados; grupos que ayudan directamente a los sin papeles; el Sindicato de Vendedores Ambulantes o las okupaciones en Grecia, Amsterdam o Barakaldo, por poner sólo algunos ejemplos. Ése es el camino. La lucha y la acción directa. Organizarnos quienes sufrimos este sistema, apoyarnos para hacer frente a la explotación y a las distintas opresiones, no reproduciendo éstas últimas sino combatiéndolas. Y ahí va a estar CNT.
La solidaridad internacionalista es innegociable.
¡¡REFUGIADOS BIENVENIDOS!!
¡¡MANTEROS LIBERTAD!!