[CNT-Zaragoza] Sindicalismo desde la mentira de la transición hasta el día de hoy

hérculesEn líneas generales, podemos decir que dos modelos de organización sindical han permanecido en el tiempo. Un modelo jerárquico como piedra angular, y por lo tanto hegemónico, dadas las relaciones de poder y realidad existente, y un modelo horizontal como base de relaciones sociales transformadoras y al mismo tiempo de relaciones sindicales entre iguales.

En este contexto además de las formas de producción podremos determinar la situación y evolución del movimiento obrero en el estado español. En primer lugar la destrucción de las organizaciones sindicales existentes (CNT, UGT, ELA…) tras la derrota en la guerra civil y su posterior represión. Sin embargo, a pesar de ese vacío, con la represión, muertes, cárcel y lucha, la derrota ideológica no se produce: sigue existiendo una clase obrera derrotada, con miedo, pero consciente. Esa realidad tras el final de la segunda guerra mundial y las nuevas formas de producción y explotación consiguiente, hace que el germen anarcosindicalista se plasme también en el nacimiento asambleario de respuesta al régimen fascista.

Así se llega a la etapa de la transición. En esos desarrollos la hegemonía de lo vertical del marxismo-leninismo y otros –ismos dado el triunfo de la URSS, es claramente mayoritaria. Así tenemos un sindicalismo asambleario, pero cada vez más controlado por estructuras jerárquicas. Hegemonizado por el PCE, que si ya empezó al juego del posibilismo desde la muerte de Stalin (reconciliación nacional etc.), su posición en lo sindical va en la misma línea, “infiltración” en el sindicato único del vertical del fascismo en el estado español. Esto suponía un sindicalismo domesticado supeditado a lo político. En definitiva, un sindicalismo como correa de transmisión obediente y colchón de intereses políticos. Claro ejemplo son Comisiones Obreras.

Desde esta realidad, ya participando en el sindicato vertical fascista, es entendible cómo en lo sucesivo asumieron este modelo Mussolinniano del sindicalismo. También la sopa de siglas sindical correa de transmisión de los diferente leninismos, maoísmos, etc, no le hicieron ningún asco a la participación. La semántica ya hizo estragos para blanquear la ignominia: los enlaces pasaron a denominarse delegados y los jurados comités de empresa como forma de legitimar el sindicalismo vertical en la transición.

Todas estas estructuras sindicales tenían un denominador común: todo lo asambleario y el anarcosindicalismo eran organizaciones a derrotar. En ello coincidían ampliamente con la patronal y lógicamente con el estado y el sistema.

Lo consiguiente y lógico, dada su supeditación y venta a lo político, fue la pérdida de derechos laborales. Desde los pactos de la Moncloa, el ANE, AMI, la cagada del estatuto de los trabajadores (que hoy en día sería la hostia, sin las 30 reformas estatutarias efectuadas ¡cuánto hemos perdido!), las sucesivas reformas laborales etc.
En este devenir ya no está la excusa marxista de que tales formas de producción generan tal modelo social con el cuelgue determinista de algunos. Hay más.

Por una parte está el de la venta del sindicalismo a ese modelo social y al mismo tiempo justificarlo en lo ideológico; o mejor, llamarlo supervivencia por su propio modelo jerárquico de liberados que necesita comer.

Por otro lado no entender que desde que acabó la Segunda Guerra Mundial en el primer mundo, todo cambio social, ya entonces estaba cerrado. Es decir, las democracias burguesas eran mentira. Lo político era ya la negación de la clase obrera y de todo cambio social emancipador.

La venta del colchón del estado del bienestar que tanto nos colocaron (en el Estado español poco hay que hablar del bienestar) desaparece con la caída del muro de Berlín. El capitalismo ya sin barreras con un tejido social integrado inicia su desmantelamiento. Hoy en día el tercer mundo está dentro del primero. Las privatizaciones, pérdidas de derechos, salarios de mierda, tercio de la sociedad que vive con contratos basura con el apoyo del colchón del capitalismo como Cáritas, Bancos de Alimentos, ONG`s, etc, es la resultante.

En todo este tiempo el sindicalismo colaboracionista ha ido evolucionando hacia el rol que le marcaba el sistema. De aquel sindicalismo correa de transmisión, pero con componentes de clase, se evolucionó al sindicalismo de gestión, también llamado de servicios. Sindicalismo que por otra parte en áreas importantes del funcionariado con concepción interclasista han sido arrebatadas por los corporativos antes llamado sindicalismo amarillo (sindicalismo que la transición no pudo implantarse pero con la destrucción posterior del tejido sindical y de clase, ha emergido CSIF, SATSE).

Lógicamente en esa degradación, se han convertido en unas estructuras sindicales dependientes, al servicio del sistema y de la patronal. Por el camino han destruido todo el tejido sindical.

Por una parte, y fundamental, porque la delegación mediante el voto conlleva la no afiliación y la no organización (es lo político llevado al tajo). En este mismo sentido su papel de policías chivatos y mercaderes dentro de los curros ha ido eliminando el poco sentimiento de clase que los trabajadores anarcosindicalistas y asamblearios pudieron establecer. Por otra parte cuando la resultante a lo largo de los años son convenios provinciales basura, salario interprofesional de hambre, pérdida de derechos constantes, firmas de ERES, corrupciones varias, etc, su credibilidad ya es nula.

Claro que este hacer anti-obrero ha estado bien engrasado tanto por el estado como la patronal. Basta mirar la ingente financiación, la entrega del patrimonio obrero histórico, el sindical acumulado, las prebendas, liberados, privilegios a los delegados etc. Y algo fundamental como fomentar el clientelismo sobre todo en la gran empresa y en lo institucional, y en general todo lo referido a la corrupción en dos niveles. En uno, pillaje a gran escala como los ERES y fundamentalmente los cursillos (que si se abriera una investigación a nivel estatal veríamos la estructura generalizada de pillaje que ha existido). Y en otro, la corrupción de baja intensidad. Sobre esta ultima decir que prácticamente ha existido desde la transición, concretada en mejores puestos de trabajo, sobresueldos, permisos, prebendas, etc.

Pero en este proceso de degradación humana y sindical, estos condecorados agentes sociales aún han ido más lejos. Aquí entra el tema de la representatividad. Desde hace años y años, les da igual quién se presenta con sus siglas, lo importante, como decía el señor X de los GAL (Felipe González), es que el gato cace ratones; es decir, a más delegados, más subvenciones y más prebendas. Pues bien, en esta línea la patronal de la mediana y pequeña empresa entre el 80 y 90% de los delegados los vienen designando ellos.

A este respecto un mínimo análisis nos lleva a ver que estas organizaciones sindicales tienen un porcentaje mayoritario de delegados que han sido puestos por/y aquiescencia de la patronal. Dicho de otro modo tienen al esquirolaje dentro. Pero todavía mas, lo tienen organizado bajo la cobertura de unas siglas subvencionadas por el estado y al servicio única y exclusivamente de la patronal.

Hoy ya podemos decir en toda su dimensión que esta perversión sindical, que hasta en la ficción sería difícil de imaginar , es un hecho constatable. Es más, como dicen otros, esto es una constatación empírica en el día a día dentro de las empresas.

Un análisis merece también, todo el juego de las mareas etc. El como una lucha claramente sindical ha sido sacada de su marco y conducida a lo político. Jugando un papel muy dañino si tenemos en cuenta un movimiento obrero sin tejido y claramente descreído en lo organizativo. La resultante ha sido la canalización e integración dando legitimidad para un marco político, ya vaciado en lo real de derechos democráticos.

En esta misma linea de legitimación vienen jugando todas esas pequeñas secciones sindicales de empresa, que por una parte su participación en la delegación, legitima al modelo de degradación y perversión en que se han convertido CCOO y UGT. A otro nivel impiden que se produzca un vacío que diera paso al funcionamiento en asamblea horizontal y por tanto a un sindicalismo de clase. Podríamos decir que son sindicalismos de personalismos o de ombligo, sin más tejido que el de su empresa( casi siempre minoritario) y sin ninguna estructura sindical y social fuera de su ámbito de producción que pueda apoyar sus luchas; ni que tenga capacidad de formación ideológica dada su supeditación a los garbanzos.

En este papel anti-organizativo, si bien más en lo social, podemos situar a todas esas coordinadoras y plataformas que surgen ante las agresiones del sistema. Sus ciclos de lo puntual, que normalmente no se consolidan, y cuyos miembros, en los reflujos de las luchas pasan a montar otras nuevas coordinadoras. En el tiempo vemos cómo son canalizadas hacia lo político, donde aquéllos y aquéllas que han adquirido pedigree de activistas pasan a formar parte del organigrama de lo institucional.

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ANÁLISIS DEL ANARCOSINDICALISMO

Haciendo un análisis del modelo sindical horizontal y más concretamente del anarcosindicalismo (CNT) tenemos en primer lugar que la derrota en la guerra civil y sus 40 años de represión consiguientes lo dejó prácticamente desmantelado salvo en zonas de fuerte tradición pero con poca influencia.

Ya en el tardo-franquismo se inicia el proceso de reconstrucción de la CNT que llega a alcanzar una fuerza impensable en el inicio de la transición. Tal es así, que el ministro de interior de entonces, Martín Villa, dijo que el problema no era la lucha armada de los vascos, sino la CNT. Lo siguiente fue el ofrecimiento de comprar a la CNT que ésta rechazó. A partir de ahí toda la fuerza de los aparatos del estado se pusieron en marcha para desactivar al anarcosindicalismo. Caso Scala como punto álgido, represión en los tajos con el colaboracionismo de CC.OO y UGT y sobre todo aprovechando los problemas de una estructura en formación, la infiltración de grupúsculos no anarcosindicalistas (garrapatas troskistas, consejistas, paralelos, globalistas, cincopuntistas etc), el choque generacional entre viejos y jóvenes, propiciaron la primera escisión de diciembre del 79, en la que visto con la perspectiva del tiempo el estado tuvo mucho que ver.

La resultante fue la escisión que tanto daño le ha venido haciendo al anarcosindicalismo. No es extraño por tanto que cuando la escisión en el 85 estaba dando bocanadas de desmoronamiento, se produjera la segunda escisión. Esta sí es un caso claro de entrada del estado y de venta de casi la totalidad faísta para aterrizar en la escisión y salvarla de su desaparición.

Aunque el paso del tiempo ha acabado poniendo a la escisión en su sitio, una estructura en manos de un revolutum marxista donde el “anarcosindicalismo” se está quedando residual y como una pieza del folclore. Lo que no quita que el daño a la CNT haya sido enorme. El porqué es consecuencia de entrar en el juego de la delegación, que si bien al inicio se presentó como una cuestión táctica, el tiempo lo llevó a estratégica, y ese hacer determinó ya el pensar. Más cuando la desaparición de militantes anarquistas era un hecho. Su devenir pues en manos de grupúsculos marxistas ha sido una realidad que le ha llevado a la utilización de la estructura organizativa para lo político( elecciones política y demás degradaciones sindicales). Su recorrido es acabar convertida en algo tan ahistórico como una pseudo-correa de transmisión de ese magma marxista.

A todo este devenir de no vendernos y seguir yendo a contracorriente, teniendo a todas las estructuras en contra (estado, patronal, sindicatos colaboracionistas, mass-media…), ha habido que añadirle los cambios sociales, con la integración del movimiento obrero cada vez más desclasado en la sociedad de consumo. A su vez, también hemos asistido a toda una literatura del izquierdismo con el “adiós al proletariado”, “la clase obrera va al paraíso”, “la sociedad del ocio”, “el no al trabajo”, etc, con la conducción y canalización de la muerte del currela. De ahí el mensaje de la desaparición del trabajador y su renacer en el ciudadano de una sociedad conductista y analfabeta funcional en grandes porcentajes. Es decir, el ciudadano ya en el juego interclasista, despojado del sentimiento de clase y por tanto fácilmente integrable en la delegación política.

Por si todo esto no fuera suficiente la imposibilidad en este marco de crecer y llegar a los trabajadores, propiciaba un mensaje cada vez más radical, más duro, y vinculado a lo social. Por lo tanto más nos distanciábamos del movimiento obrero. Todo ello acompañado de confrontaciones, discusiones y abandonos. Salidas en muchos casos hacia un planteamiento más anarquista que ha sido veletizado en lo puntual y en mil historias en constantes ciclos de derrota. Se ha ido a una concepción de gueto y relaciones endogámicas.

En esta línea estaría toda la corriente insurreccionalista, con la que tanto tiempo se ha perdido en la abstracción de la organización difuminada, la organización de la no organización, en definitiva de la no concreción o de la nada; más cuando el mero hecho de poner los pies en el suelo nos llevaría a retomar la unión por la afinidad y en base a las necesidades la coordinación de grupos. También en estos tiempos cuestionar su análisis y en todo caso aplicárselo a sí mismos. Debate que tras tanto tiempo sin dar saltos en la lucha debería hacerles pensar en realidad que el trabajador que toma conciencia es el que los puede realizar; más cuando el capitalismo depredador y sin barreras ha devuelto la centralidad al movimiento obrero.

Seria el momento pues, que los compañeros y compañeras con una clara concepción anarquista hagan una reflexión a lo largo de estos años y de la nueva realidad de cierres de espacios y sociedad control a la que nos enfrentamos, porque desde lo social esta demostrado que es difícil llegar a construir procesos organizativos cohesionados y fuertes. En esta linea reflexionar que los recorridos de lo puntual, de la inmediatez y espacios para el hedonismo,forman parte del ciclo de derrota. Son tiempos de mirar de nuevo hacia el movimiento obrero, cuya centralidad hoy ya es evidente y volver a esa simbiosis anarcosindicalista que permita implantar mas rápidamente la organización de la clase obrera. Los anarquistas necesitamos llevar de forma directa nuestras ideas a los trabajadores y al mismo tiempo ir generando ese colchón de clase que nos permita los saltos en la lucha. La pelota esta en juego.

Con esta breve mirada retrospectiva, además de nuestra orfandad internacional, que todavía sigamos ahí resistiendo y viendo cómo otros sindicatos se rendían y desapareciendo a las primeras de cambio (AOA, CSUT, SU, etc), y viendo cómo los que se integraban como corriente de izquierdas en Comisiones Obreras eran fagocitados nos demuestra que los anarcosindicalistas éramos verdad, y en cierta forma, incombustibles.

Y aquí estamos, volviendo a dar vida a la CNT e un proceso lento pero de crecimiento de implantación. Donde empezamos ha tener una militancia obrera hecha en los curros que eliminará las derivas a depender en lo organizativo de los mas “listos”. En un contexto donde por un lado la dominación y explotación de los trabajadores ha vuelto a principios del siglo XX. Es cierto que para una clase obrera con mayores lastres que en el inicio de la transición, mas desarraigada, y educada en que el patrón no es ladrón que te roba la plusvalía sino un bien social que crea puestos de trabajo. Pero también con una Patronal de delincuentes insaciables que no se conforman con imponer reformas laborales anti-obreras, que nos han despojado de la inmensa mayoría de nuestros derechos, sino que ademas se permiten vulnerar los mínimos que nos quedan con total impunidad. Es mas, hace tiempo que han hecho ya del impago de las horas extras y del robo de los salarios del trabajo una forma mas del beneficio. Funcionan pues como una especie de mafia, incluido ese ADN de amenazas, coacciones, malos tratos: violencia en definitiva. En un marco también donde el modelo sindical existente carece de ideología, está desacreditado, sin casi afiliación, sin tejido sindical y que únicamente se mantiene porque el sistema los necesita y les echa de comer para que sobrevivan. En realidad hoy podemos decir que son organizaciones de mantenidos que sin las subvenciones y el apoyo mediático desaparecerían.

Va a ser en este marco con una patronal de latigueros neo-esclavistas el que generará ese run-run, ese poso de rebeldía y de odios larvados, donde la CNT puede construir la organización de referencia para amplios sectores de trabajadores. La referencia para perder el miedo y una vez organizados hacer que el miedo lo tenga el patrón.

Y es en este vacío tanto sindical como social donde la CNT puede penetrar dado que no hay nada, por tanto en ese recorrido no hay barreras reales ni en lo organizativo ni en lo ideológico, para oponerse a la acción directa del sindicalismo de la CNT; en construcción pero que tiene todo para ser emergente.

Estamos en tiempos de marcar los tiempos. Al movimiento anarcosindicalista y anarquista no nos pueden veletizar, es hora de poner los pies en el suelo. Nuestra libertad de pensamiento para transformarlo en acción, tiene que ir unido a la efectividad, a lo prioritario, a la construcción organizativa, a nuestro ser en lo concreto y a nuestro ser en el territorio (tajo, curro, empresa, calle, barrio, pueblo, zona de recuperación de espacios en todo lo que afecta a nuestra vida).

Son tiempos que ante la sociedad cada vez más desestructurada, desarraigo, desaparición del colchón familiar…etc la organización tendrá que jugar el papel tanto en la formación sindical, social e ideológica que posibilite los avances y la rotatividad en las luchas y lo organizativo; como forma grupal amplia, con sentido de pertenencia y generadora al mismo tiempo de solidaridad mediante las cajas de resistencia y solidarias, entendidas éstas desde la mano tendida entre iguales.

En definitiva ahora sí que es nuestro momento, esta es la primera vez desde la mentira de la transición que la CNT puede puede echar a andar y convertirse en la referencia que necesita la clase obrera y su estructura social.

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Texto aprobado en la Asamblea del SOV de CNT en Zaragoza el 12/05/2016