Hoy es un día de reivindicación y lucha, un día en el que recordamos a las mujeres que dieron su vida luchando por la igualdad y se enfrentaron al poder como mujeres y como obreras. Es útil rememorarlo para que los compañeros se paren a pensar en ello, al menos una vez al año, aunque nosotras no necesitemos que nos recuerden lo que vivimos diariamente. Para nosotras todos los días son 8 de marzo.
Las mujeres de Clase Obrera sufrimos una doble explotación: a manos del patrón y a manos de la familia. La vergonzosa paralización de la ley de atención a la dependencia, la eliminación de la cotización a la seguridad social de las cuidadoras o la privatización y el encarecimiento imparable de los servicios sociales dificultan claramente la incorporación de la mujer al mundo laboral y, por lo tanto, su independencia económica respecto al hombre. El Estado nunca se creyó las luchas contra las desigualdades ni eso de que los cuidados son también “cosa de hombres”, ahora, con la excusa de la crisis económica, se eliminan de un plumazo los pocos clavos ardiendo a los que las mujeres podíamos agarrarnos sin abandonar a quienes nos necesitan.
A ello debemos sumar los constantes intentos de arrebatarnos la decisión respecto al aborto con legislaciones que nos infantilizan y nos culpabilizan a partes iguales, tratando de impedir que tomemos nosotras mismas la importante decisión de ser madres. Quizás presuponen que todas queremos serlo y quienes no es que están locas o son muy niñas y, por lo tanto, no deberían decidir. Pues hay de todo. Hay quienes no quieren ser madres y también hay cada vez más mujeres que querrían serlo pero no en estas condiciones.
Por otra parte, la Reforma Laboral ha supuesto ahondar aún más en la discriminación laboral de las mujeres: restricción de la posibilidad de reducción de jornada por causas familiares, eliminación de la posibilidad del disfrute indistinto y conjunto del permiso de lactancia en supuestos en los que padre y madre trabajen o la intencionada desresponsabilización de las empresas en la lucha contra la discriminación por razón de género son los hechos más llamativos. A todo ello debemos sumar que el aumento de los contratos temporales en actividades de carácter permanente, los falsos contratos parciales con jornadas extenuantes o los trabajos por horas, sin cotización o sin contrato, han aumentado especialmente para las mujeres. Y aún tenemos que oírnos que “es una suerte” porque así “podemos compaginar”.
Ante un conflicto laboral, como mujeres, tenemos y sentimos mayor inseguridad. Muchas veces se nos chantajea vilmente cuando tenemos que salir del trabajo para atender a algún familiar, permitiendo esas ausencias ocasionales a cambio de una sumisión que acabamos interiorizando. En la negociación colectiva se ignora sistemáticamente la perspectiva de género porque muchos compañeros siguen pensando que estamos “igual de mal” que ellos o que directamente no es problema suyo
La feminización de la pobreza es un hecho y las estadísticas gritan que el paro femenino está aumentando en todos los tramos, sectores y grupos de edad. Esto, entre otras cosas, supone mayores dificultades para que las mujeres puedan salir del círculo vicioso de la violencia de género, al no tener alternativa económica. Supone que, ante la la creciente dificultad de ganarse la vida sin provocar un conflicto social y el endurecimiento de las penas, la población carcelaria esté aumentando. También, por lo mismo, han aumentado las situaciones de explotación sexual, al tiempo que empeoran aún más las condiciones y la presión policial contra las mujeres que ejercen la prostitución.
Las mujeres de Clase Obrera sufrimos a su vez una doble discriminación: respecto a nuestros compañeros hombres y respecto a las mujeres burguesas. Afirmamos alto y claro que el feminismo burgués se sustenta en la explotación de la mujer obrera y, especialmente, de la mujer migrante. Mujeres que “tienen tiempo” de realizar una vida pública, acción política y desarrollarse en su profesión (ganando menos que sus colegas masculinos) sólo porque han “cogido a una chica”: que sufre jornadas de más de doce horas siete días a la semana, sin protección frente al despido, sin prestación por desempleo y sin garantías de ningún tipo, eso si es que les hacen contrato. Las mujeres burguesas, de izquierdas y derechas, nos sacaron de nuestras casas para encerrarnos en las suyas.
Las mujeres de Clase Obrera sufrimos, por último, un doble aislamiento: respecto a nuestros compañeros hombres y respecto a las demás mujeres. Cuando queremos denunciar las discriminaciones que sufrimos, nos encontramos con menor apoyo y solidaridad porque se espera de nosotras que antepongamos nuestro rol de cuidadoras, madres, hijas, nueras.. a cualquier otro interés, y es evidente que la lucha quita tiempo y energías. El enfrentamiento y la conflictividad se siguen considerando “actitudes masculinas” así que, al fin y al cabo, somos nosotras las que deberemos adaptarnos a “ellos”: a sus ritmos, sus maneras, sus horarios y sus condiciones.
Por todo esto queremos aprovechar este día para concienciar a nuestros compañeros de que nuestra situación es diferente pero tenemos que luchar juntos por una sociedad igualitaria y horizontal. Para ello, han de asumir también los hombres los roles de cuidados de modo que también nosotras podamos tener un papel activo en el cambio social. No se trata de cambiarnos las tareas, sino de compartirlas en condiciones de igualdad y apoyarnos mutuamente en el camino hacia una sociedad libertaria.
Algunos compañeros lo hacen y lo demuestran cada día. Esperamos que cada vez sean más, pero aunque no sea así, en contra del viento y la marea, vamos a seguir rebelándonos contra la pobreza, la discriminación y la violencia.
Manifestación, sábado 7 de marzo a las 19:00 h desde la confluencia entre c/Delicias y Av. Madrid
1 pensamiento en “[CNT-Zaragoza] 8 de marzo, queremos escribir de nuevo la palabra mujer”
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